Cesare Pavese

Por Jose Andres Rojo


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La literatura de Cesare Pavese está inundada de reflexiones sobre la soledad, pero también sobre la familia, el sexo, el amor y, sobre todo, la muerte. Su diario es reflejo del lado trágico de la vida que siempre le persiguió. Definió el suicidio como "un homicidio tímido", y eso no le impidió acabar con su vida a los 41 años.

En una carta que Italo Calvino le envió al crítico Geno Pampaloni en 1951 le decía: "No has tomado bastantes precauciones contra la infección de uno de los males más tristes y comunes de nuestra época: el anticomunismo". Le hacía algunas consideraciones sobre sus comentarios, poco favorables, a la edición de la poesía de Cesare Pavese, y le advertía que no esperara encontrar en su diario, que no había aparecido aún, muchos comentarios políticos: "Pavese quería darnos con su diario un testimonio del antiguo lado trágico de la vida humana del cual nadie escapa", comentaba Calvino.
¿Qué queda del gran escritor italiano cien años después de su nacimiento? ¿Siguen pesando prejuicios anticomunistas a la hora de leerlo o con el tiempo se ha impuesto su finura para contar con verdadera maestría las turbulencias de hombres y mujeres? El episodio que con más fuerza marca la trayectoria de Pavese es su suicidio. Alquiló una habitación en el hotel Roma de Turín y se tomó el contenido de unos veinte sobres de los somníferos que utilizaba para combatir el insomnio. El 27 de agosto de 1950 descubrieron su cuerpo sin vida y una nota en el ejemplar de Diálogos con Leucò que tenía en la mesa de noche: "Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No chismorreen demasiado".


La obra del creador italiano tiene la melodía de las cosas cercanas
Se edita 'Fuego grande', su única novela inédita en España


La Fundación Cesare Pavese y el Premio Grinzane Cavour, con el apoyo de la Región del Piamonte, presentaron antes de verano un extenso programa para celebrar la efeméride y así recuperar la voz del gran escritor: seminarios, exposiciones, obras teatrales, ciclos de cine, conciertos, algún premio. Se celebrarán en Turín y Roma, y en distintos lugares del Piamonte, pero también en París y San Petersburgo, y en la Feria del Libro de Guadalajara, en México. El nombre de Pavese, en su país natal, estará ahí todo el tiempo (durante este fin de semana, por ejemplo, varios actos del Festival de Literatura de Mantova lo han recordado). En España, Lumen inicia una biblioteca dedicada al escritor italiano con la publicación de
 La literatura norteamericana y otros¿Sus ideas políticas, su inmensa obra literaria, un montón de cotilleos? ¿Qué ha quedado de Pavese? Nació el 9 de septiembre de 1908 en una pequeña localidad del Piamonte, Santo Stefano Belbo, y su obra está llena de los paisajes de su infancia, pero también palpita en toda ella Turín, la ciudad en la que creció, en la que se licenció en Literatura, en la que fue detenido por su complicidad con los comunistas, en la que trabajó durante largos años en la editorial Einaudi (junto a Natalia Ginzburg e Italo Calvino), en la que se quitó la vida. Los soportales de la zona antigua, los barrios obreros, los cafés y restaurantes, la vida de sus calles, el río Po, y las colinas próximas a la ciudad, a la que tantas veces se dirigen sus personajes en busca de consuelo, de diversión, de compañía, de paz interior, de júbilo.
ensayos, y Entre mujeres solas, y en ella aparecerá Fuego grande, la única novela que sigue inédita en nuestro país, y que escribió a cuatro manos con Bianca Garufi. Pre-Textos, por su parte, reedita La luna y las hogueras, y más adelante ofrecerá nuevas traducciones de Tierra adentro y de Antes de que cante el gallo.
Hay todo el rato en la obra de Pavese la melodía de las cosas cercanas que afectan a hombres y mujeres de la manera más radical. La propia soledad, en primer lugar. Pero también la familia, el descubrimiento del amor y del sexo, la mala suerte, la amistad, el atractivo de lo desconocido y, claro, la muerte. Cuando definía cómo era su obra, comentaba que su ambición era la de fundir dos actitudes que en principio son opuestas: la de sumergirse en el mundo próximo ("mirada abierta a la realidad inmediata, cotidiana, rugosa") y la de mantener al mismo tiempo un distanciamiento contemplativo y formal ("recato profesional, artesano, humanista"). Así que contaba cosas que pasaban en Turín, pero que siguen ahí, agarrando las entrañas de todos. "¿Por qué, si alguien puede, no debería pararse en el camino y disfrutar del día? ¿Es necesario siempre haber padecido y salir de un agujero?", le pregunta Morelli a Clelia en Entre
mujeres solas.
Desde 1930, cuando lee su tesis sobre Walt Whitman, hasta 1950, cuando se suicida en Turín, esos 20 años cubren la vida literaria de Pavese, y son años, hasta su derrota en 1945, en que reina el fascismo en Italia. Es imposible acercarse a su obra sin tener en cuenta que se realiza en ese clima de "miedo al porvenir", de desorden y violencia, de permanente inquietud y prepotencia y verborrea grandilocuente. Es la literatura norteamericana (Melville, Sherwood Anderson, Edgar Lee Masters, Sinclair Lewis...) la que le permite, en primer lugar, vislumbrar "un orden nuevo", otra manera de ver las cosas, un soplo de frescura. Para salir de esa "vida encogida" que imponía el fascismo.
Cuenta mucho en Pavese su tarea de traductor de los grandes escritores estadounidenses, y cuenta también su labor como editor en Einaudi, ofreciendo a una sociedad cerrada de ventanas para abrirse al mundo de fuera. Luego está su aproximación a los comunistas, porque encontró en ellos el instrumento más eficaz "para la realización de una libertad intelectual concreta", y su querencia por el mundo obrero, donde se estaba gestando el hombre nuevo.
Cuando lo detuvieron en 1935 por ayudar a "la mujer de voz ronca", que desempeñaba importantes labores clandestinas en el partido comunista y de la que estaba enamorado, Italia combatía en Abisinia. Pavese encontró en las palabras la mejor manera de levantarse por encima del vacuo nacionalismo de los fascistas. El fracaso amoroso fue la otra corriente que sacudió la vida de un hombre del que han dicho sus amigos que era triste. "Todo el problema de la vida es éste: cómo romper la propia soledad, cómo comunicarse con otros", escribió en su diario. Su respuesta fue su literatura.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos...

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino













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