Carta de Andrés Caicedo a Patricia Restrepo (1977)
De nuevo te llamo Patricita,mi amor único, mi vida entera, mi redención
y mi agonía:
Con el horror y la expectativa de que ésta sea la última carta
correspondiente al último día de vivienda juntos, después de que a lo largo de
dos años hemos intercambiado, modificado por el gozo o por el sufrimiento
nuestras vidas, después de que he llegado a un grado de dependencia de tu
cuerpo, de tu alma, que difícilmente podría haber llegado a imaginar en años
más tempranos de mi existencia Patricia, te espero; ya hice todas las vueltas
correspondientes al día de hoy; con el corazón en vilo me vine hasta acá,
corriendo, pendiente de la alternativa de la dicha, el alivio, que hubiera
significado verte, mas veo solo tu ausencia, o si no de que ya te hubieras
marchado del todo, de que (una vez, una vez más) hubieras empacado libros (hay,
tantos que aún no he leído) y equipaje, dejándome, para mi eterna tristeza y
vergüenza, la camiseta en cuyo frente está inscrito mi nombre. Mas no lo has
hecho; he llamado insistentemente a la casa de Ospina a ver si estás allá; unas
veces me ha contestado Eduardo (¿te has negado?), otras veces no me contesta
nadie (¿te has negado a contestar el teléfono?); y he llamado también a mi
mamá, y ella, como siempre, ha quedado de nuevo preocupada, al sabernos en otro
acceso de nuestra continua pugna. Finalmente he recorrido la Sexta de arriba
abajo, el centro, y partes de la Quince. Oigo sonido de llaves y creo,
faltándome la respiración, que eres tú, mas no, es la bruja de al lado. He
pensado, se me ha ocurrido la loca idea de llevarme todo tu equipaje para mi
casa (mi mamá dice que nos ha preparado un almuerzo rico), pero pensándolo
mejor he creído que eso te ofendería y que entonces mayores serían tus motivos
para abandonarme. No lo hagas. He recorrido las líneas de aviación, pero en
ninguna están autorizadas para dar nombres de las personas que han reservado
pasaje, así que, Patricita, vida mía, ¿dónde estás? Veo que te has llevado la
plata que había en el escritorio ¿Qué estás haciendo con ella? ¿Has podido
desayunar? ¿Estás comprando pasaje para Bogotá? ¿Estás en Telecom hablando con
el hombre a quien aborrezco con toda mi alma? ¿Estás en la imprenta Gutiérrez
pagando la deuda de los afiches? Vida mía ¿dónde, dónde estás?
No creas que la satisfacción de haber recibido hoy el primer ejemplar de
mi novela pueda compararse a la absoluta infelicidad que siento por el
desprecio que has alcanzado a tenerme. “¡Te aborrezco- me has dicho- , no sabes
el asco que te tengo!” Mi amor, ¿es eso verdad? Ay, apenas son las once y media
y quién sabe que clase de actividad será buena para ti a estas horas. Por
favor, ven, ven a verme, aunque sea para decirme que has aceptado la propuesta
del hombre que odio, que te vas esta misma tarde a dormir con él y que le vas a
decir a tu mamá lo degenerado que soy. Yo estaba dispuesto a dejar de hacer todo
lo que te producía sufrimiento, mi amor. Pero tu conducta intransigente,
antipática, odiosa, me llevo de nuevo al camino de los tranquilizantes. Si no,
¿cómo hubiera hecho para poder dormir, para poder pensar, para poder alcanzar
hasta hoy, el día en que iba a recibir el libro?
Patricita, te lo suplico, por favor, créeme, el acto, los movimientos,
los gestos que yo hice con H.A. Tenorio no fueron de homosexualismo, yo no soy
homosexual. Fue que se me fue contagiando la locura de él, y lo que hice fue
para probarle que yo podía hacer cosas mucho más chifladas, mucho más
incoherentes, quería pasmarlo y confundirlo, y de hecho lo logré, y así me
sentí bien. De resto no es nada más vida mía, por favor, sácate esa obsesión,
esa terquedad de la cabeza, ese empecinamiento que te caracteriza. Patricita,
¿y que si llegaras ahora mismo? Voy a pararme, voy a salir, voy a llamar a la
casa de Ospina a ver si estás allá, y después voy a llamar de nuevo a mi mamá.
Ojalá que este movimiento que me apresto a hacer produzca otro en dirección
contraria protagonizado por tu bella, única personita.
Hice todo, y fue infructuoso. Acaba de llegar una carta de Miguel
Marías. Dice que sí (ya) a las críticas de Taxi Driver, Family Plot, y ampliar
Alfredo García; la crítica de Spoto se le hizo muy mala. Me he encontrado con
Bernardo. Ahora me ha entrado, no sé, cierta apatía, cierta no tanto
inexplicable como inmovilizadora tristeza, cauda también de que a lo mejor
todas estas líneas sean en vano y que ya mi amor no tenga nadie que lo reciba,
y que hojees semejantes palabras y pienses, simplemente, con el desprecio que
te caracteriza. “Ja”. De todos modos no lo sé.
He hablado con mi mamá otra vez, y me propuso que me fuera para allá
inmediatamente, que allá me consentía. Pero no, voy a quedarme aquí todo el
día, esperándote. Me encontré con Hernán N., él iba en jeep y paró y yo le
mostré Qué viva la música y se puso, la verdad, bastante contento, y me invitó
a que fuera esta tarde a su oficina, para que planeáramos la celebración. Pero
yo no quiero hacerlo. Yo solamente querría celebrarlo contigo. Y no haciendo
una rumba ni llevándote a comer, sino congraciándonos. Patricita,
contentándonos de nuevo. Sería tanta la dicha, sería tanta mi felicidad. No sé,
francamente, lo que empezaría a hacer de no estar más a mi lado. Pero no lo vas
a estar, lo sé. Qué ironía. Dime, ¿te vas a quedar al menos para la función de
esta medianoche? Si llegamos al teatro puedes irte así con algo de plata, y ya
tienes la mensualidad de tu mamá asegurada, al menos por un tiempo. Quédate
esta noche, por favor. ¿Cómo te vas a ir sin el equipaje?
Dame algo de alegría, porque tú eres mi alegría y yo tengo en estos
momentos el corazón en pedazos y ya no sé dónde recogerlos, o no sé qué hacer
con ellos. Me deprime también la posición tan inestable mía en este
apartamento. Si tú te vas yo me iré, claro, al lado de mi mamá, a intentar
crear de nuevo un mecanismo de soledad que sea casi perfecto. Tengo necesidad
de ti, amor mío. Puedo acostumbrarme a estar sin ti, pero nunca a olvidarte.
Cuánto trasteos, cuántos cambios, cuántos altibajos de estados de ánimo. Ya van
a ser la una (o ¿ya son? ¿ Será posible que se haya parado mi reloj? ) Ahora me
acabo de cruzar con el León (Cerdo) Corkidi, y no me dijo nada, a pesar de que
esta mañana bien temprano le entregué la carta. Mi mamá me dijo (¡ ay, qué
lío!) que hoy por la tarde me traían la nevera. Ya no me negué, a mí de todos
modos me sirve, en caso (Dios no lo quiera) conozca alguien con la cual merece
la pena formar rancho aparte. Creo que no voy a escribir nada más. No tengo
otra cosa que decir además de que no me dejes, no me dejes, no me dejes, no me
dejes, no me dejes, no me dejes, no me dejes, no te vayas, no te vayas, no te
vayas, no te vayas, no te vayas ¿ Será posible que a esta hora estés almorzando
en Los Turcos? ¿ En Los Mellizos? Dentro de un momentico voy a ver, mejor dicho
ya no sé qué hacer, no tengo ni idea de a dónde puedas estar y eso me mata, me
mata la indecisión, la inseguridad, quiero verte, Patricia, entregaría mi vida
a cambio del privilegio enloquecedor de abrazarte, de recostar mi cabeza en tu
pecho, y abrazarte, encontrar la seguridad en ti. Alto ¿ Será que te has ido
para ,el campo? ¿ Para Pance?
Ahora vino H.A Tenorio con la idea de sacar una revista trimestral sobre
arte en general y quiere que yo colabore y yo claro que con mucho gusto. Pero
antes necesito verte, vida mía, amor mío, mi dulce, mi bella, mi
placenteramente insoportable perdición. Aparece, Patricia, ven a mí, vente
conmigo nuevamente, aunque sea la última. Yo te necesito, ya te lo he repetido
mil veces, no soy nada sin tus besos, no me dejes solo, no me dejes solo,
vienen a mi mente miles de canciones cursis, pero ninguna alcanza a expresar
mis ansias, mis sentimientos. O déjame, está bien, pero concédeme la
tranquilidad de no volver a pensar en ti jamás.
Te adoro, te idolatro, si no puedo vivir sin ti llevaré, supongo, una
especie de anti-vida, de vida en reverso, de negativo de la felicidad, una vida
con luz negra. Pero brilla el sol, tú puedes estar cerca.Ahora salgo a
buscarte, amor mío.
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