Adelanto de la novela “El
inquilino que me habita” próximamente en librerías
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Mi quimérico inquilino[1] está
zozobrando, sufre postrado en esa cama al no haber podido ejecutar bien su
última voluntad, yo mismo voy hasta él, hurgándome en mis pliegues, escarbando
en mis sentimientos, prolongando el tedio acompañado por los ruidos incesantes
de mi cabeza; y lo veo tendido en esa cama fría y austera, me acerco y sus ojos
espantados intentan huir llevándose el cuerpo con él, no obstante se percata de
su contingencia y su grito enfermizo me atrapa, me introduzco por su boca
abierta y vuelvo a salir, retorno al mundo, de nuevo huyo de las sombras de mí
mismo.
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